Castrillo de los Polvazares, en el corazón de la Maragatería.
Castrillo de los Polvazares es una localidad situada al oeste de la provincia de León, muy cerca de Astorga. Es Conjunto Histórico Artístico y forma parte del recorrido del Camino de Santiago por Castilla y León. La localidad es muy conocida por su patrimonio arquitectónico, su historia y, cómo no, como uno de los lugares típicos para disfrutar del cocido maragato. De hecho, Castrillo de los Polvazares está dentro de La Maragatería leonesa. ¿Quieres conocerla con nosotros?
Los maragatos
Empecemos hablando de quiénes eran los maragatos. Eran una comunidad de comerciantes que viajaban vendiendo y comprando diferentes productos. La ruta que seguían unía Galicia y el interior de la península, llevando salazones de pescado, embutidos, vino…
Muchas casas de Castrillo de los Polvazares son una muestra de la construcción tradicional arriera: grandes puertas por donde pasar con los carros, patios interiores donde organizar el trabajo, cuadras y algunas bodegas. Las casas son de piedra y las calles están empedradas, todo con un excelente estado de conservación.
Los maragatos tuvieron mucho poder e influencia entre los siglos XVI y XIX, debito a que se asentaron y controlaban una importante ruta de comunicaciones. Incluso por Astorga, considerada la capital de la Maragatería, actualmente pasan la Nacional VI y la A-6, dos arterias principales.
Sin embargo, con la llegada del ferrocarril a Astorga en 1866 el oficio maragato cae en declive y estos pueblos pierden importancia e interés. Actualmente no es así, ya que pertenecer al Camino de Santiago y gozar de una maravillosa gastronomía, hacen de Castrillo de los Polvazares un destino imprescindible en la provincia de León.
Qué ver en Castrillo de los Polvazares
Conjunto Histórico Artístico
Las características de sus construcciones y su excelente estado de conservación le facilitaron esta distinción en 1980. No hay más que pasear por sus calles para entender el porqué. Encontraremos bellas casas de piedra marrón, típica de la zona, con grandes puertas, unas adinteladas y otras acabadas en arco.
Podremos ver blasones, galerías exteriores, mucha carpintería, hermosos aleros… Las casas se dividen en dos plantas: abajo se encuentran la cocina y la sala principal, arriba los dormitorios.
Cuando pasees por Castrillo percibirás que todo es muy homogéneo. Es debido a que todas las construcciones se construyeron a la vez, en el siglo XVI ¿Por qué? Porque el pueblo se encontraba en otro lugar y, debido a unas grandes riadas, hubo que trasladarlo a su ubicación actual. Debido al poder y la influencia de los maragatos en esa época no fue imposible, aunque sí parece de ciencia ficción.
Iglesia de Santa María Magdalena
La Iglesia de Santa María Magdalena se encuentra en la plaza de Concha Espina, escritora cántabra que ambientó en la localidad su novela La Esfinge Maragata (1914). Es un templo construido en piedra que no desentona para nada con lo que le rodea. Cabe añadir que Santa María Magdalena es la patrona del pueblo.
No te vayas sin probar…
El plato estrella de la cocina es, sin duda, el cocido maragato. Es una opción contundente que se suele pedir o consumir como plato único. El cocido se sirve en varias tandas: la sopa, los garbanzos y la verdura y, al final, la carne. Pero, la peculiaridad en La Maragatería y, concretamente en Astorga y alrededores, es que aquí se come al revés. Es decir: primero la carne y el embutido, luego los garbanzos y verdura y, al final, la sopa.
Hay varias versiones de la historia que explicarían el porqué: una cuenta que, durante los ataques de las tropas francesas a la localidad en el año 1810 ocurrió un hecho singular. Resulta que un día los habitantes de Castrillo se disponían a comer, con el cocido en la mesa, cuando dieron la voz de alarma: los franceses atacaban. Para no entrar en batalla con el estómago vacío decidieron comer lo consistente, la carne, y «salir pitando», dejando el resto del cocido para después.
La versión que contamos a continuación quizás sea más creíble, al fin y al cabo. Lo dejamos a tu elección.
Los arrieros necesitaban alimentos contundentes para conservar las energías y el cocido era una muy buena opción. Se preparaba con antelación y se calentaba para comer. Pero se dieron cuenta de que si comían la sopa primero y dejaban la carne al fuego ésta se resecaba, lo que la estropeaba. Optaron por invertir el orden de los platos y aquello se convirtió en una tradición y sella de identidad.
¡Gracias por leernos!