Calatañazor, donde Almanzor perdió su tambor.
Calatañazor es uno de esos lugares donde parece que el tiempo se ha detenido. Concretamente en algún momento de la Edad Media, quizás en el siglo XII, en tiempos de Almanzor. Cuenta la leyenda que aquí fue donde perdió su tambor y con ello su orgullo de invicto.
Este pequeño pueblo soriano, de apenas medio centenar de habitantes, está situado en un entorno natural excepcional: rodeado de sabinares y en la hoz del río Milanos. Su pintoresca arquitectura tradicional y su riqueza monumental lo convierten en un destino indispensable dentro de la provincia de Soria. No en vano, Calatañazor está declarado como Conjunto Histórico Artístico desde 1962.
Qué ver en Calatañazor
Arquitectura tradicional
La entrada a Calatañazor no tiene pérdida: la única opción es ascender hacia lo alto del pueblo por la Calle Real.
A ambos lados de esta vía empedrada pueden verse casas tradicionales, hechas de barro y paja o de mampostería de piedra, con entramados de madera. Si se echa la mirada a los tejados, se descubren las chimeneas típicas, con forma de cono.
Iglesia de Santa María del Castillo
La Iglesia de Nuestra Señora del Castillo es el principal edificio religioso de la localidad. Es de origen románico (siglo XII), aunque fue profundamente reformada en los siglos XVI y XVIII, por lo que cuenta también con elementos góticos y barrocos.
Destaca la fachada occidental, donde se observa parte de la construcción original del siglo XII.
En el interior se conservan una pila bautismal del siglo XI y una imagen de la Virgen de Fuentemayuel del siglo XIII, entre otras muchas obras de arte.
Cuenta con un Museo Parroquial.
Escultura de Almanzor
Siguiendo el camino, calle arriba, nos encontramos con una pequeña plaza en la que un busto recuerda a Almanzor. En su base puede leerse un poema del renombrado escritor Gerardo Diego.
Azor, Calatañazor, Juguete.
Tu puerta, ojiva menor, es tan estrecha
Que no entra un moro, jinete. Y a pie, no cabe una flecha.
Descabalga, Almanzor. Huye presto por la barranca brava,
Ay, y como rodaba, juguete, el atambor.En Calatañazor, mayo de 1922. Gerardo Diego
Rollo de justicia
Al final de la Calle Real está la Plaza Mayor, en cuyo centro se erige un rollo de justicia o picota bajomedieval.
Junto al rollo se encuentra la Piedra del Abanico, una piedra en la que se pueden ver fosilizadas las huellas de troncos y hojas de palmera y que tiene forma de abanico.
Castillo de Calatañazor y murallas
En lo más alto del pueblo se ubica el Castillo de Calatañazor o Castillo de los Padilla, construido en el siglo XII y reconstruido en el XIV. En la actualidad de este edificio sólo se conservan parte de la Torre del Homenaje y algunos lienzos.
A sus pies, puede verse una necrópolis del siglo X, con tres tumbas antropomorfas.
Desde la explanada del castillo hay unas espectaculares vistas al Valle de la Sangre, lugar donde las tropas de Almanzor y las cristianas se enfrentaron en una cruenta batalla en el año 1002.
Calatañazor no sólo contaba con un castillo, sino que estaba también amurallada. Hoy en día aún se puede ver parte de esa muralla al noroeste y sur de la población.
Ermita de la Soledad
A las afueras de Calatañazor, junto al principal acceso por carretera, se puede ver la ermita románica de La Soledad. Data del siglo XII y es de nave única.
Lo más destacado de este edificio es su ábside y las figuras que decoran los canecillos de la cornisa.
Iglesia de San Juan Bautista
Esta pequeña iglesia, situada también fuera del recinto fortificado, se encuentra en ruinas. Sólo se conservan la portada y los muros.
Si después de ver todos estos monumentos y pasear por el pueblo todavía tienes ganas de más, te recomendamos que visites su maravilloso entorno natural, del que hablaremos próximamente, en otra entrada.
Foto de portada: iñaki